Dune: El proyecto cinematográfico más épico que jamás fue

Star Wars, de la noche a la mañana, se convirtió en la película más influyente del cine occidental. El blockbuster no sería lo mismo. Habían cambiado el paradigma en lo que hacer películas respecta. Con su historia por encima de lo épico y sus efectos visuales que no habían estado al alcance de todo público deslumbró al mundo. Y todo eso hubiera sido muy diferente si tan solo una película hubiera llegado a ser…

Alejandro Jodorowsky es un director de cine, guionista de comics y poeta chileno que saltó a la fama en el mundo del arte independiente a mediados del siglo XX. Dentro del mundillo mainstream era un desconocido, pero en los mayores salones de arte del mundo Jodorowsky era un nombre que estaba en boca de todos. Su fama le permitió conocer a algunas de las figuras más importantes de diversas disciplinas artísticas -John Lennon y Yoko Ono financiaron una de sus películas- y lo que se convertiría en la base de su proyecto más ambicioso: La película más grande jamás hecha.

Dune es una novela de ciencia ficción escrita por Frank Herbert en 1965. Su éxito fue rotundo; en 1966 ganó el Premio Hugo y en 1965 la primera edición del Premio Nébula a la mejor novela de ciencia ficción. Publicado en español por la editorial Acervo en 1975, Dune abre una de las sagas más importantes de la literatura fantástica y de ciencia ficción. Su historia llamó la atención al chileno, en la cual vio la oportunidad de hacer una película con elementos para los cuales “revolucionario” iba a sonar a poco.

Su productor era el reconocido Michael Seydoux (padre de Leá Seydoux). Con las ideas ya en mente decidió crear el storyboard para el cual buscó al mítico artista francés Moebius. Quería que el espectador al ver la película experimentara el cine como las personas bajo efectos de LSD experimentan la realidad. Para el diseño de los escenarios contó con Chris Foss, el padre de las cubiertas de libros de ciencia ficción modernas y un joven que nunca había trabajado en cine, pero cuyos trabajos perturbadores y oscuros llamaron la atención de Alejandro: H.R. Giger.

Entre los actores se encontraban dos nombres que resaltaban bastante. Salvador Dalí, quien sólo accedió a trabajar en la película si era el actor más pagado de Hollywood hasta la fecha y Orson Welles, quien sólo accedió con la promesa de que uno de los mejores chefs franceses estaría cocinando para él en todo momento. En el apartado musical contaba con la banda progresiva Magma y con Pink Floyd, quienes terminaban de hacer The Dark Side of the Moon.

La película estaba lista. Incluso para ser tan ambiciosa tenía un presupuesto medianamente aceptable. Pero ningún estudió quiso financiarla por una sola razón: Alejandro Jodorowsky. Un genio incomprendido, del que su talento se había visto restringido a los círculos más selectos y que para el publico general solo había trascendido su excentricidad. La razón por la que un proyecto tan grande había tomado forma y había reunido a algunas de las figuras más influyentes del siglo fue la misma razón por la que la película no vio la luz.

Todo habría sido diferente si Dune hubiera llegado a la gran pantalla. Pero su espíritu e influencia no murió con ella. H.R. Giger, utilizando sus diseños para la película, terminó creando una de las criaturas más icónicas de la cultura popular: El xenomorfo. Junto a Don O’Bannon (el que se encargaría de los efectos visuales de la película) unieron sus fuerzas en Alien. Foss vería su arte renovado. Jodorowsky y Moebius se juntarían para hacer uno de los comics más influyentes de su época, El Incal.

Dune era, quizá, demasiado ambiciosa. Pero fue esa ambición lo que inspiró e impactó en las películas de ciencia ficción que inspiran e impactan a día de hoy. Tal como el frustrado director dice: Lo que es castigo para unos es premio para otros. Muchas veces, lo que llamamos “fracaso” hace que abandonemos una actividad que no nos corresponde por otra más acorde con nuestra verdad.

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