Moonrise Kingdom: Vivir la infancia a través de un filtro polaroid

Wes Anderson siempre ha resaltado por su particular identidad visual. Un magnifico uso del color que dota de vida y movimiento todos los planos que conforman su filmografía. Sería necio hablar del cine de Wes Anderson -y de una de sus películas más emblemáticas- sin hablar de su tratamiento de la luz, el color, la geometría y la posición de la cámara. Pero centrarse solamente en la delicia visual que es Moonrise Kingdom es perderse de una de las declaraciones de amor al cine más hermosas de los últimos años.

Wes Anderson desconstruye los elementos básicos del lenguaje cinematográfico para llamar la atención sobre los propios elementos de su película. Cuando oímos música no oímos solo música sino la explicación de como funciona una orquesta sinfónica. Cuando vemos efectos especiales los vemos como si fueran los de una obra de teatro y no como los de una mega producción con mucho CGI. Otro elemento que resalta mucho, la influencia del teatro en muchas de sus escenas, casi como si fuera una introspección del medio.

Moonrise Kingdom está constantemente resaltando su naturaleza ficticia, que, en vez de romper el encanto del cine, nos sumerge más y más en un mundo hermoso y surrealista del que queremos ser parte. Vemos a grandes figuras del cine, quienes podrían robarse la escena con sus grandes dotes actorales como Bill Murray, Edward Norton, Bruce Willis, Tilda Swinton o Frances McDormand pero quienes nos encandilan son los jóvenes protagonistas, Suzy y Sam (Kara Hayward y Jared Gilman) quienes hasta entonces tenían una carrera actoral corta o nula. Moonrise Kingdom muestra una isla vacía de tristeza que se llena de significado a cada gesto gracias a dos niños que creen que la vida es una aventura y se niegan a perder su capacidad de amar y de maravillarse.

Inocente pero que no teme mostrar problemas adultos. Melancólica pero feliz y esperanzadora. Llena de personajes tristes, pero que encuentra espacio para darles color. Donde al final, aunque las tormentas barran con los lugares que le dieron sentido a nuestra infancia siempre existirán en nuestra memoria, donde podemos volverlos llenarlos con magia.

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