‘Los dos papas’, luz y oscuridad

Una película que reflexiona sobre las sombras y luces de las personas.

Soy de esos cinéfilos que ama los diálogos de las películas. En algunos casos han trascendido tanto en mi vida, que me los he aprendido e integrado en mis conversaciones cotidianas; quien me conozca puede dar fe de ello. 

‘Los dos papas’, tiene esa particularidad de tener un guión poderoso. Es una película que en definitiva tiene muchísima fuerza gracias a sus diálogos y a la precisión de sus protagonistas para decirlos y hacerlos verosímiles. 

Hace tiempo que me considero un agnóstico teísta y he estudiado el tema, por eso mismo, lo que tenga que ver con el acontecer religioso, desde el punto de vista político y filosófico me interesa. Ese fue el principal móvil para terminar viendo la cinta, además decidí hablar de ella, como para darle una pequeña continuidad al artículo anterior de ‘The Sinner’.

De ahí que en lo que me quiero centrar es precisamente en la lucha de luz y oscuridad que mantienen los personajes principales. Por un lado, Benedicto XVI, no puede encontrar comunicación con Dios y eso es lo que lo lleva a cuestionar su idoneidad para el cargo que posee. Por otro lado, un cardenal con el ánimo de renunciar, es considerado el sucesor perfecto para hacer las reformas que la iglesia católica necesita, pero su remordimiento por cosas del pasado no le permiten estar en paz. 

El guión por sí mismo, nos presenta a dos personajes de altísimo nivel jerárquico en la institución que representan, pero que poseen problemas tan reales como cualquier feligrés, lo que los hace cercanos y entrañables, independientemente del credo del espectador. 

La película es una forma de entender el mundo y su dinámica entorno a una de las religiones más importantes del universo, pero también, es una forma de acercarse al pensamiento de sus figuras, de cómo en los mejores casos, una institución que lleva tanto tiempo puede representar genuinamente una esperanza para los humanos. 

Sin embargo, pertenezco a una generación que se cuestiona mucho y a la que la religión le da alergia, ¿Es posible que aún con las reformas que se han venido adelanto desde la llegada de Francisco a la iglesia, esta puede recuperar terreno en una sociedad en donde prima el beneficio y la autorrealización por encima del beneficio social? ¿Hasta dónde está dispuesta la iglesia reformar para capturar la atención de las nuevas generaciones cada vez menos creyentes?

Quiero recomendarles esta cinta, porque creo que más allá de la consideración estética, política o religiosa, es importante por tres razones: su guión, Anthony Hopkins y Jonathan Pryce. 

Por: Marcelino Cuéllar Castro

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