Bojack Horseman: Cuando el “villano” es el protagonista

¿Busca acaso una serie que pone como protagonista a un personaje de claros tintes antagónicos que justifiquemos las más grandes perversidades de las que es capaz el ser humano?

En esta memorable serie original de Netflix conocimos al personaje de Bojack primero como un caballo sarcástico ex estrella hollywoodense que prefiere mantenerse en un eterno estado de ebriedad antes que enfrentar las rutina del día a día, para luego descubrir que en realidad se trataba de un melancólico con fuertes traumas, trastornos y conductas auto destructivas.

Como si de una parodia de Charles Bukowski se tratase, Bojack es la encarnación de un cataclismo profundamente perturbado. Capítulo tras capítulo encuentra una manera diferente de reflejar su inseguridad y sus problemas en las personas que lo rodean y más lo quieren. Con un gran cinismo, busca a las personas de su pasado para que le otorguen una catarsis que por su cuenta no ha logrado conseguir y acaba terminando de envenenarlos con sus propios demonios.

Pero sin lugar a dudas, de entre todas las acciones crueles que ha hecho el personaje, una de las más fatales fue lo que le hizo a Sarah Lynn. Sin importarle la diferencia de edad, la relación que tuvo con ella cuando tan solo era una niña y que incluso llegó a ser considerado una figura paterna en su vida, empieza a tener intimidad con ella. Más adelante, cuando se da cuenta de que su nominación a los Oscar era falsa y entra en un estado depresivo hundiéndose en el alcohol, se le ocurre contactarla para emborracharse y drogarse juntos. Aún sabiendo que esta se había recuperado de las adicciones y su vida estaba tomando por fin un buen rumbo. Esto significaría el fin para Sarah Lynn, en una lúgubre secuencia en el planetario muere de una sobredosis al lado de Bojack, y lo peor, ya el colmo de todo lo anterior, es que él, en un acto de total cobardía, escapa de la escena e intenta borrar rastro de que estuvo ahí.

Bojack parece jamás aprender de sus errores, durante toda la serie se encuentra en un constante lamento y arrepentimiento de las decisiones que toma, pero jamás cambia. No hasta que llega al máximo punto de quiebre.

“No sé cómo ser, Diane. No mejora ni es más fácil. No puedo seguir mintiéndome con que voy a cambiar. Soy veneno”

Bojack, bajo cualquier otra perspectiva, es el villano de la historia. Pero este no es el caso, él es el protagonista y la serie se da todo el tiempo que necesita para explicarnos cada una de las razones detrás de su  comportamiento. Tener una madre que odia su existencia desde el día de su nacimiento, una figura paterna fría y violenta y básicamente haber carecido de muestras de afecto durante toda su infancia son solo algunas situaciones por las que tuvo que atravesar. Situaciones que, al no tratar las repercusiones negativas que tuvieron en él, lo acompañan a lo largo de su vida.

Y es que quizás todos en el fondo hemos sido víctimas de nuestro entorno y de la sociedad, pero al mismo tiempo aquello no nos da el derecho de ser unos imbéciles, y esa idea es una que la serie también nos recuerda con insistencia. Al mismo tiempo explica cómo en la vida los villanos pueden ser relativos según las perspectivas en las que una historia está contada. Y es aquella dualidad la riqueza de la escritura de la serie.

Un claro ejemplo de esta última idea se muestra en el episodio ocho de la tercera temporada donde nos cuentan la misma historia pero desde el punto de vista de los dos bandos rivales: la ambiciosa agente Princesa Caroline está determinada a salvar la carrera de su amigo Bojack consiguiéndole un papel en una prometedora serie. Pero al mismo tiempo el agente Rutabaga junto con la archienemiga de PC, Vanessa Gekko, buscan conseguir el mismo papel a uno de sus clientes. Al final, en una devastadora escena de la Princesa Caroline en su oficina durante el año nuevo, se entera que, no solo Bojack no consiguió en papel, si no que perdió otro, cosa que la hace sentirse aún más devastada y decepcionada de sí misma. Pero la genialidad del episodio radica en los últimos minutos, donde en una última escena bajo la otra perspectiva se muestra que Rutabaga acaba de convertirse en papá y con el contrato su agencia y su trabajo se pudo salvar. El episodio cierra con el personaje diciendo: “Vaya… todo salió bien. Nada es mejor que un final feliz”.

Bojack Horseman es una serie que se ha ganado el cariño de muchos. A través de su imaginativa animación y su refrescante humor negro nos presentó una historia oscura pero reflexiva y que llevó a la introspección a más de un espectador sirviendo como punto de partida para muchos a darnos cuenta de nuestros propios errores y más grandes miedos. Una cuya calidad y humanidad que refleja su producción cautivó más allá de percibirse como una simple serie del montón.

¡Disponible en Netflix!

Por Haila Linares

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