La mujer en la ventana: cuando la forma supera el fondo

El thriller protagonizado por Amy Adams obtuvo duras críticas tras su estreno en Netflix el pasado 15 de mayo. ¿Pero realmente merece todo el hate?

“La mujer en la ventana” es un filme basado en un best seller del mismo nombre, está dirigida por Joe Wright, director que cuenta con trabajos muy interesantes en su filmografía como Orgullo y Prejuicio (2005), Anna Karenina (2012) y la nominada al Oscar a mejor película, Darkest Hour (2017). 

Así mismo, la película tiene un reparto destacable conformado por Gary Oldman, Julianne Moore, Jennifer Jason Leigh, y por su puesto la gran Amy Adams, la cual encarna el personaje de Anna, una perturbada mujer que padece de agorafobia y depresión que un día observando desde la ventana de su hogar es testigo de un violento crimen.

Originalmente la cinta estaba pensada para estrenarse en 2019 pero irónicamente esto no se concretó por una mala recepción de la audiencia, actualmente cuenta con una gran acumulación de malas reseñas, un decadente 5.7 en IMBD y solo 26% de aprobación en Rotten Tomatoes.

Con una trama interesante, un reparto prometedor y un director bastante destacado nadie habría predicho tal destino para esta producción. ¿Qué sucedió?

Hay ocasiones donde una película no resalta por su argumento, si no que este es completamente doblegado por su aspecto estético y narrativa audiovisual. Aunque esto claramente no fue del todo intencional, “La mujer en la ventana” se trata de uno de esos casos. 

Un gran acierto de la cinta es la representación de los desórdenes mentales y cómo afectan a la protagonista en su cotidianidad, y lo más destacable de eso es que el director lo representa desde la puesta en escena, presentando la escenografía y la perspectiva de la cámara como elementos metafísico dentro de la psiquis de la protagonista, eso nos da una clara idea del caos mental con el que ella lidia. 

Los movimientos de cámara con los constantes Travelings de acercamiento también resultan sumamente metafóricos, ya que insinúan un sentimiento claustrofóbico y solitario, mientras que sugieren que cómo espectadores nos estamos sumergiendo de lleno en la mente de Anna.

Otro aspecto interesante es que la película cuenta con un cúmulo de referencias a importantes títulos de la historia del cine, la protagonista incluso confiesa ser una obsesionada del tema. Siendo la referencia más obvia a Alfred Hitchcock, “La ventana indiscreta” es influencia directa del argumento, mientras que observamos algunas referencias a “Vértigo” como la poderosa imagen de las escaleras en espiral. Sin embargo, la atmósfera también recuerda a los thrillers de Brian De Palma. Todo aquello conformando una mezcla de estilos bastante disfrutables y ejecutados de una manera, aunque no excepcional, bastante adecuada.

Lo cierto es que la película al apuntar a tanto se queda corta al no terminar de desarrollar el potencial de algunos puntos que plantea. Existen múltiples huecos y conveniencias argumentales, como el hecho de que la protagonista haya estado espiando el asesinato con una cámara y no se le haya ocurrido tomar una fotografía. Pero quizás lo más decepcionante es su final, que con una revelación inverosímil, poco argumentado y una confrontación final tan mal coreografiada que arruinan el clímax y la atmósfera tan emocional que se había estado creando, un final con el que honestamente a pesar de sus esfuerzos no logré empatizar.

Es bastante admirable que se logre plantear una propuesta visual auténtica que demuestra la pasión del director por mostrar su visión de una historia y no creo que se le dé el mismo crédito a ellos como a la ejecución de un buen guión, si bien es cierto que sería ideal que ambos aspectos vayan de la mano, creo que “La mujer en la ventana” no deja de valer la pena gracias al cuidado que le otorga a la dirección y el aspecto del filme.

Por Haila Linares

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