La segunda temporada de Euphoria se pone cada vez mejor

A dos semanas de su estreno, la segunda temporada de Euphoria (HBO) rompió récord de visualizaciones en Latinoamérica.

Carla Duimovich Nigro

Cuando Euphoria llegó a HBO el público no se la vió venir. Sin duda fue un salto arriesgado para la productora, que no parecía querer jugársela con el abordaje de este tipo de temáticas. Sin embargo, la serie que vino a retratar las adversidades de jóvenes entre 16 y 17 años con una singularidad pasada de crudeza, conquistó a la audiencia y a los críticos.

Sus dos temporadas están narradas a través de su protagonista, Rue (Zendaya), quien atraviesa una compleja adicción a las drogas desde muy temprana edad.  Rue sólo busca sentirse bien, en sus términos: feliz. Sin embargo, su búsqueda no está definida por un sentido de superación, no persigue un next level como sí expresa Jules (interpretada por Hunter Schafer). La conquista de Rue consiste en insistir, en buscar sentirse bien consigo misma, aunque de eso dependa recaer una y mil veces en diferentes tipos de consumos. Un sentimiento que, a medida que atravesamos la primera temporada, encuentra justificación en la suma de dolores que componen su realidad: el sufrimiento de su madre, la muerte del padre, el tratamiento con psicofármacos desde pequeña, la influencia en su hermana menor, la tristeza que le provoca a su pareja. Pero enumerar estos problemas biográficos de Rue sería muy reduccionista. La realidad es que todo en Euphoria está impulsado por el monstruo socio-cultural que hemos construido a lo largo de las décadas y que gira en torno a la exposición de menores en redes sociales, a la prostitución infantil, a las nociones sobre el aborto; a la violencia del narcotráfico y del patriarcado en todas sus expresiones, a la complejidad de las amistades, a la no validación del poliamor, a la discriminaciones de género y sexuales, a la codicia y a la violencia sistemática reproducida por las instituciones,  entre otras cosas.

Otro de los grandes aciertos de esta serie (además de desarrollar historias de familias no estereotípicas y otras yerbas) es el comienzo de cada episodio. Narrada por Rue, se trata de una biopic cruda y sentida (sin buscar complacer a la audiencia) de cada personaje, que resume a las diversas infancias. Lo interesante es que, a pesar de develarnos el pasado, los giros en los personajes siguen sorprendiendo. Euphoria vino a desbloquear traumas que todos en mayor o menor grado hemos vivido en carne propia o en personas cercanas. Pero no se trata sólo de desbloquearlos, vieno a decirnos algo así como: “estamos rotos porque continuamos alimentando esta mierda. Cortemos con esta rueda, levantemos las piezas y construyamos otra cosa”.

Mientras que al final de la primera temporada nos quedamos muy solos y tristes, en la segunda hay más revuelta y agite del bueno, con esclarecimientos y venganza. Muchos personajes toman presencia y dan un vuelco en relación a lo que veníamos viendo. Si al comienzo era todo confuso, ahora (a pesar de los patidones) se trata conseguir claridad, de serse sinceros y fieles a sí mismos, de quererse un poco más. Una serie muy necesaria para este 2022 que seguramente alarmará a muchxs tutores responsables pero que también podrá ayudar a las juventudes a mirar las cosas desde otros zapatos. Esperamos con ansias el estreno del tercer episodio de esta segunda temporada de Euphoria, ahora disponible por HBO.

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