Tiempo de franquicias: precuelas, secuelas, remakes y la vuelta al futuro

Por Carla Duimovich Nigro

Durante los últimos años, la continuación de las sagas, las apuestas a secuelas, precuelas, spin-offs y remakes tomaron un crecimiento notable. El regreso a personajes o a mundos que ya conocemos, sea para ampliarlos o resignificarlos con técnicas audiovisuales o perspectivas sociales de la actualidad, ha funcionado hasta el momento. Sin embargo, tanta compra y venta de franquicias nos hace preguntarnos qué está pasando a nivel creativo en Hollywood y cómo están funcionando las cabezas de las plataformas de streaming.

¿Qué está pasando con las propuestas de guiones, con las historias? ¿Por qué los grandes tanques deciden comprar franquicias o hacer remakes en vez de proponer nuevas ideas? Podemos ver en números que dinero no es lo que falta. Sin embargo, la apuesta es por ampliar el mundo conocido. Puede haber muchas respuestas para contestar a esta pregunta y, seguramente, muchas de ellas estén vinculadas a variables de mercado desconocidas (al menos por quien escribe). Intentaré traer algunas posibles.

Ilustración: ailin.triz

En primer lugar, Hollywood busca buenos personajes que puedan contar historias, y no al revés. Y, por más que una de las historias falle, estos personajes tienen que poder seguir dándonos películas a través de los años, así tienen asegurado cierto número en taquilla. Como sabemos, aquello que los estudios Marvel o LucasFilm supieron crear, fueron mundos, “universos narrativos”.  En la actualidad, fruto de la inmensa cantidad de dispositivos disponibles (tabletas, teléfonos, computadoras) la creación de contenido audiovisual tiene una demanda a gran escala sin precedentes (lo observamos en la competencia cada vez más inabarcable de las plataformas de películas y series). Con la lógica del “universo narrativo” se propicia una inagotable fuente de producciones para abordar las multiplataformas y las pantallas grandes.

Otro motivo es que, además de la película en sí, las franquicias vienen acompañadas por un mercado paralelo de productos temáticos que también completan el universo de la película. Es decir, que estas producciones no sólo se trabajan desde lo audiovisual sino también desde otros mercados de consumo. El más conocido, por ejemplo, es Disney World, que va actualizando su parque temático según las producciones de Disney con más audiencia.

Más allá de la creación de mundos, lo que aquí está presente es la idea de permanencia en el tiempo. Un concepto que busca la perpetuidad a través de la profundización en los personajes, en su pasado, en su futuro, en sus porqués, en sus vínculos. Nosotros, como espectadores, queremos saber todo. Pero ¿por qué? y ¿por qué consumimos este tipo de producciones? ¿cómo operan en nosotros? ¿por qué es (casi) lo único que está haciendo Hollywood?

Las redes sociales han determinado la cualidad de lo efímero (Todo lo sólido se desvanece en el aire,diría Berman). Tenemos a disposición miles de películas, miles de canciones, miles de series, y segundo a segundo salen al mercado miles más. Una de las formas que encontró la industria para hacerle frente a esta demencia es a través de las sagas y producciones “show”, que si logran atrapar a la audiencia, pueden perpetuarse a lo largo de 30, 40 años o más. Como dije anteriormente, en conjunto con estas producciones se crean consumos paralelos (videojuegos, vestimenta, objetos, etc.) que mantienen presentes a los personajes más allá de los films. Eso quiere decir que, en el futuro, las personas que adquieran las franquicias  se llevarán también ese mercado… es decir, estamos hablando de mucho, mucho, dinero.

También es cierto que las secuelas y sagas han devuelto a las personas masivamente a los cines después de transitar la cuarentena producto de la pandemia. Reacción: resueltos a disfrutar, a pesar de la crisis y la inflación, decidimos lanzarnos a las salas de cine y teatro en caso de que mañana se desintegre el mundo. Lamentablemente, este acto sería bienvenido si no fuera por la constante falta de regulación de las políticas nacionales sobre el cine, las pantallas y las distribuidoras, que hacen que estas producciones sean aplastantes en términos económicos para la industria nacional. Pero de esto hablaremos en otro artículo.

Top Gun o cómo se trabaja la nostalgia

A poco de su estreno (para agosto del año pasado), la secuela de Top Gun: Maverik recaudó casi mil millones y medio de dólares de la taquilla mundial, situándose junto a la película más taquillera de la historia: Titanic, de James Cameron (a reestrenarse en este 2023).

Si vamos al cine y miramos a nuestro alrededor, la audiencia de Top Gun ronda entre los 30 y 40 años. Pregunta: ¿el público de Maverik es el público que a finales de los 80 y durante los 90 vió la primera película de Top Gun? Llegamos y volvimos al futuro. Hay una sed insaciable por regresar a las producciones de los 80, 90 y comienzos de los 2mil: Matrix, X-Man, Rápido y furioso, Harry Potter, El señor de los anillos007, Spiderman, Scream, Batman, Misión imposible, Toy Story, Jurassik Park, todo el universo Marvel, Terminator, Indiana Jones, Star Wars, Star Trek, Rocky, El planeta de los simios, Blade Runner, Top Gun, Space Jam, por nombrar una mínima de las producciones que regresaron en estos últimos años.

¿Qué pasa con la nostalgia? ¿cómo funciona en términos de consumo?  ¿cómo se trabaja desde la industria? Hay algo que es muy cierto dentro del mundo de las modas y de las estéticas, y tiene que ver con que las mismas resurgen cada 30 o 40 años. Es posible que el sentido estético recuperado de los 90 (que a su vez se resignificó de años previos) y que chorreaba pop-rock, nostalgia del futuro (como predica la canción de Dua Lipa) y abundancia, haya vuelto a encontrar su cauce (lo vemos también, por ejemplo, en el regreso de las tendencias musicales). Y, en este sentido, quizás no haya sido necesario haber visto Top Gun del 86, sino que basta con sentirse familiarizado con la época, con la estética, desde un lugar de pertenencia nostálgica (vale preguntarnos ¿se puede sentir nostalgia de una época que no vivimos? La respuesta es: sí.)

La misma lógica está operando en los canales de televisión en vistas a su inevitable evaporación. Sin ir más lejos, en Argentina, la vuelta a Gran Hermano y los reality shows de los dos mil. El concepto del “aquí y ahora” con personas reales, que compite con las redes y con las plataformas; un formato que Netflix ha intentado conseguir sin el éxito que resultó para los canales. Este es el último manotazo de ahogado que determinará la continuidad de la televisión más allá de los informativos.

¿Cuál es la atmósfera en la que entramos cuando vamos al cine a ver estas películas? Singularmente, en el concepto de nostalgia opera el peso del pasado. Cuando vemos Top Gun, estamos recubriendo un fondo de percepciones inmediatas con una capa de recuerdo (esta idea de “capas” la describe Bergson en Materia y memoria pero aplicada a las imágenes). Una capa de recuerdos es una percepción presente. Es decir, de alguna manera estamos actualizando recuerdos a través de percepciones presentes. Y aunque nos hayamos puesto muy filosóficos, lo cierto es que los estudiosos de las narrativas y de las industrias audiovisuales han sabido interpretar las psicologías del público y los dispositivos de reacción frente a estos temas.

Puede ser que todo lo que hemos vivido en los últimos años en relación a la pandemia y a las redes sociales nos haya creado el deseo de reconocernos, de pertenecer a un mundo que podemos nombrar, de habitar un universo conocido que se actualice y que pueda sostenerse en el tiempo. Inmediatamente, cuando escribo estas últimas líneas pienso que las mismas podrían ser escritas para hablar sobre las disidencias y la diversidad de género representadas en el cine. Y no es poca cosa porque estamos hablando de reconocernos. ¿Es ésto lo que está viendo Hollywood? ¿o es simplemente huelga creativa? Faltos de propuestas o, al menos, con menos historias “nuevas” ¿los estudios están apostando por la nostalgia de quienes crecimos en los 90? No tengo las respuestas a estas preguntas. Con la distancia justa podremos tener más claridad en relación a las decisiones de los departamentos de Hollywood, y, por lo visto, aún quedan muchas sagas y secuelas de este estilo por delante aunque entre el público se comience a percibir cierta inquietud en base a la oferta desmadrada de este tipo de producciones. Veamos cuánto durará esta tendencia y cómo responderá la industria.

Ilustración: ailin.triz
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