‘Mank’, la parábola de los “íconos”

¿Será que a veces elevamos a cierta categoría a personajes que no se lo merecen?

Qué película es Mank. Al principio, al empezar a verla, creí que Fincher había sucumbido ante el snobismo de Hollywood y había hecho una cinta con el manual de “Cómo ganar un Óscar” en sus manos, porque tiene características artísticas que parecen que reclamaran la estatuilla, como si se tratara de una vieja fórmula: el blanco y negro, la separación de la narración propia del director, un elenco con un protagonista que ya ganó el Óscar y sobre todo, el homenaje al cine. 

Es cierto que la más reciente película de Fincher, tiene todo eso, pero más allá de esos guiños a la Academia, la película es una revelación exquisita para quienes amamos el cine, y digo revelación no por lo que nos cuenta, sino por cómo lo cuenta. 

Todos los que alguna vez, nos hemos autoproclamado cinéfilos, tuvimos que pasar por ‘Ciudadano Kane’ y seguro quedamos fascinados con la “genialidad” de Orson Welles, que con tan solo 24 años, ya era un “maestro” del nivel de poder protagonizar, dirigir y escribir su propia película. Pero en ‘Mank’ se desdibuja esa figura, porque sentencia de forma cruda y verosímil, una sospecha que ya existía y de la cual se había hablado: “Welles no escribió ni una coma de Ciudadano Kane”. 

El viaje de la película trata precisamente de descubrir, cómo Mank, el verdadero guionista, creó la que es considerada por muchos la mejor película de la historia del cine. Allí vemos  un profundo entendimiento del personaje, explorado por Gary Oldman -que otra vez demuestra lo increíble de su método- en donde nos revela la cruda verdad. 

Los diálogos de la cinta son maravillosos y eso también es gracias a que hay personajes maravillosos, desde un iracundo Welles, hasta una maravillosa y confidente Rita Alexander, asistente y mecanógrafa, que no solo transcribió palabra a palabra el guión de Mank, sino que lo supervisó con total libertad durante el rodaje de la película. 

En una de las últimas secuencias podemos reflexionar, en lo que para mí, es lo más lindo del guión, la denuncia de lo utilitarista que puede llegar a ser un sistema que dice “creer y fabricar los sueños de las personas”: tras recibir el manuscrito y leerlo, Welles intentó comprarle por $10.000 dólares el derecho moral a Mank para que en la claqueta solo figurara Welles como el creador del guión. Pero Mank, obstinado y consciente de la obra maestra que acababa de crear se negó, y Welles, se vio obligado a inscribirlo como co-autor. 

Sin embargo, creo yo, que la revancha que le dio la vida a Mank, es que pudo irse con la satisfacción de saber que Welles, no ganó ningún Óscar más, fuera del compartido por el mismo Mank por el guión de Ciudadano Kane y el honorífico hacia finales de su carrera. 

Al final, Mank nos deja ver una parábola de los íconos que creamos, y es que muchas veces no sabemos quiénes están detrás de ellos y qué los hizo realmente grandes, eso deja, aunque no lo quiera, una enseñanza pertinente para la actualidad en donde abundan los ídolos enmarcados en el término de influencers, y es que, “habrá que ser un poco más iconoclastas, para no elevar a niveles inalcanzables a personas que a veces, realmente no se lo merecen”.

Por: Marcelino Cuéllar Castro

https://www.youtube.com/watch?v=M5DDx7shkSE

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