Benedetta, entre la censura y la prohibición

La última película de Paul Verhoeven, Benedetta, está siendo perseguida por grupos católicos que buscan su prohibición.

La última película  de Paul Verhoeven (83), el director de Basic Instinct, Robocop y Showgirls (entre otras), sigue dando que hablar a más de cuatro meses de su estreno en el Festival de Cannes y luego en el Festival de San Sebastián. El caso es que Benedetta, producida por Pathé Films AG, hizo enojar muchísimo a grupos conservadores y sectores del catolicismo, quienes la acusaron de blasfema, entre otras salsas.

En Rusia fue prohibida por el Ministerio de Cultura por su “contenido provocativo”, negándole la posibilidad de distribución; en Perú, la agencia de noticias ACI Prensa comenzó a juntar firmas para detener la difusión de la película y, días atrás, luego de su estreno en el Festival de Cine de Nueva York, un grupo de católicos se juntaron para predicar con sus pancartas al grito de : “dejen de ofender a Dios”, “¡protestamos vehementemente contra la blasfema película Benedetta, que insulta a la santidad de las monjas católicas!”, “la difamación no es libertad de expresión”, etc. Así como en su momento les sucedió a Scorsese, Almodóvar y Pasolini (por nombrar algunos y algunas de una larga lista), Verthoeven se ve afectado por la censura católica.

La trama de Benedetta está basada en las investigaciones de la historiadora Judith C. Brown (Universidad de Stanford), volcadas en su libro Immodest Acts: The life of a lesbian nun in Renaissance Italy (Studies in the history of sexuality), sobre la vida de  Benedetta Carlini (1590-1661), una monja que vivió en Italia en el siglo XVII.

Quienes leyeron la investigación de Brown, afirman que la mayoría de los sucesos representados en el film son verídicos: a sus nueve años, Benedetta ingresa al convento Madre de Dios en la ciudad toscana de Pescia. A causa de sus visiones y apariciones de Jesús, la monja comenzó a destacarse entre sus hermanas, consiguiendo ser abadesa de la orden en 1620. Durante los años previos y en lo que duró su abadía, mantuvo un vínculo sexo-afectivo con una de sus discípulas, Sor Bartolomea.  Al hacerse público y sumando una serie de hechos trágicos, Benedetta fue despojada de su rango de abadesa, aunque se le permitió vivir en el convento bajo condiciones estrictas y alejada de sus compañeras, hasta su muerte en 1661. Sin embargo, muchas representaciones que se expresan en el film son ficcionales y profundizan el carácter simbólico de los que realmente sucedió entre las monjas.

La película peca de algunos detalles importantes en tiempos de feminismos. Sin embargo, lo que más preocupa es que la religión católica se siga sintiendo en el derecho de censurar películas porque se ven ofendidos por los temas que aborda o por cómo los aborda. La plataforma internacional Citizen GO llevó al Royal Festival de Londres más de 215 mil firmas para prohibir la película. En su carta, aluden a que: ““el director recrea de manera explícita” escenas que muestran a Benedetta teniendo sexo con una compañera de celda, Bartolomea. (…) “Se trata de simple pornografía con contenido de odio anticristiano”. Seguramente están hablando de una escena en particular (la cual diferencia al film del libro), en donde las monjas comparten un juguete sexual que de un lado representa a la virgen María y, del otro, un dildo de madera.

Se sabe que en la versión oficial (según las declaraciones de Bartolomea) en su momento sólo practicaron “lesbianismo”, acto que no estaba penado. Sin embargo, la penetración (conocida como sodomía) era una práctica que recibía la pena capital (la hoguera) y que, según la investigación, no formó parte de sus encuentros sexuales. Esta escena de la película terminó por enfurecer fervientemente a los católicos, quienes inmediatamente tomaron cartas en el asunto.

En Benedetta encontraremos sexo lésbico, sí; quizás demasiado formateado por la mirada masculina. Esta fue otras de las críticas que ha recibido la película: no abandonar la perspectiva masculina en el tratamiento de las escenas de sexo lésbico o en las líneas de diálogo. Sin embargo, Verhoeven habló de Benedetta y destapó la cacerola. Todos sabemos que los chismes y cuentos sobre lo que pasa en las iglesias y en los conventos no son sólo chismes y cuentos. Hay miles de Benedettas desparramadas por el mundo ¿por qué seguir negándolo? ¿Qué de todo les parece tan ofensivo a los adeptos al catolicismo? ¿será el cuerpo desnudo de una mujer? ¿la sexualidad en general? ¿o el sexo entre mujeres?

Por Carla Duimovich Nigro

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