FREELAND: Julio Rojas lanza nuevo libro cargado de ciencia ficción

El creador de Caso 63 sigue dando de que hablar con su trabajo, esta vez, con un libro que te hará cuestionar tu propia existencia.

El futuro nunca fue más aterrador.

En un apacible pueblo donde nada parece suceder, Alexander Humboldt, un joven de diecisiete años con una mente inquieta y una familia que lo ama, desafía a las autoridades escolares al presentar una arriesgada teoría científica: la Tierra no es plana como se cree y orbita alrededor del Sol. Su atrevimiento desencadena una serie de eventos que lo llevará a descubrir una aterradora verdad: vive en un mundo totalitario donde cualquier idea contraria al oficialismo es silenciada sin piedad.

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Conversamos con Julio Rojas sobre todo el proceso tras su nueva novela:

¿De dónde surgió esta historia? ¿Tuvo algo que ver la pandemia y la figuración de los movimientos antivacunas?

Por supuesto. Cuando escribí caso 63, investigué muchas teorías de conspiración. Y muchas tenían una derivación científica, pero otras eran completamente ilógicas y eran pensamiento mágico voluntarista. Me intrigó esa línea de pensamiento que iba en contra del modelo científico, esa manera alternativa de explicar la realidad saltándose la ciencia, como si la ciencia fuera una opción ideológica. Me pregunté, ¿Qué hace que alguien ponga en el mismo nivel años de metodología científica rigurosa y decida que la Tierra es plana, que las vacunas no funcionan o que los dinosaurios son una invención? ¿ Y cómo una ideología política o religiosa secuestra esas ideas, las hace suyas, derrumba el pensamiento científico y ese derrumbe es utilizado para generar una narrativa populista? Durante la pandemia fue una buena oportunidad para comprender cómo, ante el miedo y la necesidad de respuestas, comenzaban a converger elementos de pensamiento mágico. Cuando Trump habla de tomar desinfectante y aplicarse luz para el coronavirus, cuando un presidente nombra un ministro que cree en el creacionismo y desprecia a Darwin, te das cuenta de que gran parte de la población es refractaria a la evidencia empírica. Y sucede lo que pasa en Corea del norte donde la biografía oficial del gran líder Kim Jong-il asegura que dos arcoíris y una nueva estrella de gran brillo anunciaron su llegada al mundo. Me pareció que aunque estamos muy comunicados y tenemos acceso a mucha información, lo que a primera vista pareciera una condición protectora del conocimiento científico, esto no es así, porque ya no tiene que ver con si uno tiene acceso a la información, sino cómo tus mismos filtros cognitivos y los filtros de burbujas de los algoritmos te van moldeando un mundo a tu medida. Es muy posible que un líder carismático, con un buen sistema comunicacional pueda REALMENTE generar una distopía futura donde se reescribirá la historia y se cuestionará la ciencia como “corrupta”. Ya ha pasado antes. Y si a esto le sumamos que aparentemente somos cada vez menos analíticos, si un gobierno totalitario se apodera, en menos de cincuenta años podríamos estar atrapados en una narrativa absurda. Pero absurda para nosotros, no para aquellos que están adentro.

¿Cómo construiste a Alex? ¿De dónde viene la inspiración para armar al protagonista?

Quería construir un personaje condenado por un nombre, en este caso Alexander Humboldt, un joven con mucha curiosidad e intuición. Identifica que sin querer comprende que está sumergido en un sistema que aunque funciona, está incorrecto, y conectarlo con la maduración de la adolescencia y esa dolorosa ruptura de la burbuja para comprender que hay algo mal en el mundo. Pensé en mis hijos, pensé en un ejemplo (quizás no es real, pero me hace sentido) de que una profesora le pide a un grupo de alumnos que cuando llegue un alumno atrasado, ella demostrará la influencia del grupo y les pide que mientan y digan que cuando muestre una carpeta, digan que es roja, aunque es azul. Llega el alumno atrasado. La profesora levanta la carpeta y pregunta uno a uno, de qué color es.. y todos dicen rojo. Y cuando llega al alumno que es la víctima del experimento este también dice rojo, incómodamente dice rojo. Hay que ser muy valiente para decir azul. Y pensé en los orígenes de la disidencia. En cómo estás en una dictadura, y todo está diseñado para que creas y te acomodes a eso, hasta que alguien te saca de la pecera. Pensé que mi personaje, que apenas tiene 16, es un poco nerd, un poco ingenuo, se arma de valor y dice: azul. Y las consecuencias de eso. Y pensé al comienzo en escribir un relato para niños, o para jóvenes, para decirles que es muy fácil perder la democracia y quedarte atrapado en un sistema totalitario, y también, que es necesario cuestionarse si la carpeta es roja o azul.

Desde tu perspectiva, ¿en qué puntos el escenario distópico que retrata el libro se conecta con nuestra realidad?

Cuando uno lee o ve El cuento de la criada, El silo (la nueva serie de Apple), 1984, Un mundo feliz, comprendemos dos cosas. Las distopias son trampas que nacen de narrativas supuestamente protectoras. Y es muy difícil escapar de ellas porque implica ir en contra de un sistema que aparenta cuidarte de las amenazas (generalmente imaginarias) de “los otros”. Todas nacen al comienzo con un discurso de identidad (se parte) y de antagonismo (los otros son el enemigo). Sentirse parte y sentir que hay un enemigo en el otro es el caldo de cultivo de las sectas, los movimientos políticos tóxicos, la figura del líder. Hay que huir de alguien que se crea líder. El líder infalible, el líder carismático, la teocracia. Genera adeptos que persiguen ideas inmutables. ¿Y si la idea está equivocada? Luego cuando un líder se siente “llamado”, (muchas veces gracias a sus adeptos) viene la perpetuación y de la caída del pensamiento científico. ¿para que la ciencia cuando un líder es todopoderoso? No hace falta ver mucha ciencia ficción para descubrir que hay que huir de cualquiera que te muestre un camino único de pertenencia y de odio hacia otros. Y si a eso le añadimos algo de pensamiento mágico, aparecen las alarmas. Distopía inminente. Y estamos viviendo ahora en muchos lugares del planeta, la fragilidad de las democracias en un mundo vulnerable que el caldo de cultivo de todos estos elementos. Incluida la posibilidad de la presencia de un líder no humano, como una IA.

En la historia de Alex es fundamental la contención de su familia, de sus amigos, de Hipatia, ¿por qué decidiste resaltar este aspecto?

Es una situación conflictiva, porque la familia está en negación y, como quiere lo mejor para su hijo, “no quiere que se meta en problemas”, básicamente porque sabe más que Alex sobre los sistemas de represión de Freeland, o porque incluso hay lazos con la policía política. Pero lo quiere y trata de protegerlo de su propio despertar. Creo que lo más interesante para mí es el papel de Hipatia. Es la figura que despierta al protagonista y es un despertar doble, de destrucción de la burbuja y de despertar afectivo. Ese doloroso crecimiento que todos experimentamos alguna vez mezclado con el primer amor. Todo mezclado. Me parece interesante el papel de sus amigos. Son dos tipos de amigos, los de antes, los atrapados en el sistema, los que lo quieren y creen que se volvió un poco loco, pero hay un vínculo de años y los nuevos, que le hacen sentir parte, pero que lo llevan por un camino irreversible. Y Alex queda en tierra de nadie, porque ya no puede volver a ser el mismo, porque cuando uno se quita las vendas, cuando uno sale de la caverna (de la caverna de Platón), no puedes volver al entrar y fingir que todo está bien.

Freeland es un libro que puede encantar a jóvenes y adultos, ¿siempre fue tu intención construir un relato con estas características o fue más bien el rumbo natural de la historia?

Fue en principio diseñado como una novela juvenil. Una manera de explicar la estructura de una distopía desde adentro y reflexionar sobre un despertar a la adultez, casi accidental, y la figura del ‘outsider’. Creo que lo que fue más difícil para mí fue neutralizar al personaje, su lenguaje y los lugares, porque la voz es en primera persona y nació en una distopía que neutraliza el lenguaje y el territorio, y no sabemos si Freeland está en el centro de Norteamérica profunda, en la sexta región de Chile, o en Turquía. Y tiene elementos que parecen ingenuos, como la figura de Noel, Santa Claus, porque pensé… Si alguien no cree en los dinosaurios, o cree que la Tierra termina en un cinturón de hielos, ¿Cuál es su teología? su teología también debería tener esa lógica ingenua y algo naive, una teología de retail. Debe ser amigable y universal, y pensé en la figura del Papá Noel. Es un ser mítico, premia a los buenos con regalos, y todos, desde el ‘retail’ hasta los hermanos mayores, y los padres perpetúan su presencia en una piadosa y bienintencionada (y comercial) mentira colectiva. Eso es pensamiento religioso completo. ¿Cómo nace un dios? Mitra, un dios de la antigua Persia, un dios solar, comparte la misma estructura de auge, declive y resurrección que encontramos en Jesús, o la madre de Buda o Isis, tienen ciertas simetrías con la Virgen María. ¿Por qué en Freeland el dios no sería Papá Noel?… Luego, al escribirla, por supuesto hay una estética ochentera y una irremediable referencia a las dictaduras latinoamericanas. Hay música en casetes, hay vigilancia, hay policía política, hay un sistema de control de las narrativas y hay la sensación de que “vamos bien, mañana mejor” en un mundo donde los “malos” están afuera.”

¿Qué lecturas o autores influenciaron la escritura de esta novela?

No solamente las distopías clásicas, 1984, Orwell , El cuento de la criada” de Margaret Atwood:, “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, sino también lecturas de distopías adolescentes como Delirium de Lauren Oliver, “El dador de recuerdos” de Lois Lowry. Los juegos del hambre de Suzanne Collins o divergente, de Verónica Roth.

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Otros libros del autor:

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