Can’t Help Falling in Love con “Elvis”

Elvis, película biográfica australiana, dirigida por Baz Luhrmann, con trabajos como Moulin Rouge, Romeo + Juliet, El Gran Gatsby, entre otras. Protagonizada por Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Richard Roxburgh, David Wenham, Kodi Smit-McPhee, Dacre Montgomery y Luke Bracey, y en esta exploramos más de 20 años de vida y carrera musical del Rey del Rock n’ Roll, Elvis Presley a través del lente de la turbulenta relación con el Coronel Tom Parker, su manager.

El film nos lleva a recorrer completamente la vida y carrera de Elvis Presley, un joven nacido en Mississippi que, sin esperarlo, marcó un antes y un después en la escena musical en las décadas 50-70. Su música, una fusión del country con el R&B, ha trascendido generaciones, y esto es lo que nos quiere gritar y demostrar Baz Luhrmann, Elvis está vivo.

Durante los últimos años hemos visto en grandes producciones una serie de “Biopics” sobre estrellas musicales, en 2018 pudimos ver la historia de Freddie Mercury en “Bohemian Rhapsody”, luego en 2019 fue el turno de Elton John en “Rocketman”. ¿Qué elementos en común tienen estas historias? Todas estas tienen una misma línea narrativa en la representación del auge y posterior caída para luego una redención final que deja un gran legado artístico. Este film es bastante similar en cuanto a esa estructura típica en la biografía que nos presenta Luhrmann, pero con grandes e importantes diferencias, tanto estéticas, por el estilo maximalista que hemos visto anteriormente del director, y en el punto de vista, contada a través del prisma del Coronel Tom Parker, el manager del Rey del Rock n’ Roll, una figura históricamente bastante controvertida.

El Rodaje inicia presentándonos, con la voz en off de Tom Hanks, cómo descubrió a un cantante sureño, joven e inseguro y cómo vio a ese joven causar estragos en el público minutos después. A partir de ese momento Parker se convertiría en el representante de Elvis, llevándolo a lo más alto y creando una leyenda, más todo esto, a costa de convertirlo en un producto de marketing donde él, (Parker), se llevaría el 50% de las ganancias. Parker era un enigma, años más tarde se sabría que todo este tiempo fingió ser un ciudadano estadounidense, cuando en realidad era un inmigrante ilegal, llamado Andreas Cornelis Van Kuijk, proveniente de los Países Bajos. Sabiendo esto, podemos darnos cuenta de la importancia vital que tiene el punto de vista desde el que se narra la historia, a efectos cinematográficos, Parker podría perfectamente considerarse un antagonista, o el “malo”, una persona aprovechadora que se benefició del talento del Rey del Rock n’ Roll y que detuvo, con decisiones empresariales, anhelos que tenía el artista, tales como la posibilidad de hacer una gira mundial de conciertos.

La película sobre Elvis Presley trae de vuelta al rey del rock and roll | TN

A través de la película podemos ver como Parker constantemente, en su calidad de narrador, se exculpa a sí mismo, deja información oculta e intenta presentar una imagen de alguien honesto que trabajó arduamente para conseguir los mejores contratos en el desarrollo artístico de Elvis. No obstante, con un recurso excepcional, Luhrmann, a través de las imágenes nos cuenta una historia diferente, una que funciona como una especie de contraste con la del representante, y nos muestra a un Presley vulnerable y manejable, víctima de su propia fama que fue consumido por un alto porcentaje de su entorno más cercano, incluyendo a su padre; lo que lo lleva a conducir sin freno, retorno o desvío a la etapa autodestructiva donde generó una adicción a las pastillas tranquilizantes. Esto, deja la oportunidad al espectador para decidir que versión es la más fehaciente, elemento que nos invita también a cuestionarnos lo poco parcial que resultan siempre las biografías sobre personajes públicos, ya que no hay ni habrá, una mirada objetiva.

En el rodaje la producción no se limita a mostrarnos a Elvis únicamente como un icono de la música, sino también como una especie de superhéroe, un gran anhelo del artista, fanático de “Capitán Marvel Jr”, un superhéroe cuyo poder al subirse a los escenarios es hacer feliz al público, luchar contra injusticias sociales, y por sobretodo un rebelde que logró cambiar la mentalidad de la sociedad estadounidense de aquellos años, muy regida por el moralismo de la época.

Nos encontramos con un rodaje asombroso, la primera media hora te deja sin respiración con un despliegue infinito de trucos que el director ya había utilizado en trabajos anteriores. Tras ese inicio que te deja casi sin respiración, es esperable que se sienta un pequeño declive cuando la película toma un tono algo más “normal” contándonos el ascenso a la fama del artista, pero, si ponemos atención a los detalles anteriormente relatados, esta película biográfica resulta mucho más atípica de lo que aparenta en su imagen exterior. Las imágenes finales del film, de la actuación de un Elvis obeso y completamente consumido por sus adicciones, cantando “Unchained Melody” son un emotivo broche final para la película, resaltando más aún, la cantidad de emociones que esta apela a hacernos sentir.

Y al frente de todo este espectáculo montado para el espectador nos encontramos con un increíble Austin Butler que no se limita a hacer una caricatura del Rey del Rock n Roll, ni siquiera solo a imitarlo, el actor, encuentra un limbo donde puede homenajear la figura del artista sin caer en lo que se limita a lo esperado, acertando desde los movimientos frenéticos y espasmódicos hasta la ansiedad emocional del artista.

El rodaje es un espectáculo tanto para la vista como para los oídos que vale completamente ser visto en pantalla y que, sin duda, estará presente en las nominaciones de grandes festivales por su gran y brillante ejecución.

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