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Sin duda que mirar el documental Rockfield: The Studio on the Farm, nos genera una nostalgia por la música y las grandes canciones que traspasan generaciones. Es que hoy la música parece ser una especie de arte desechable que entre computadoras y bases simples, como dicen en esta misma pieza cinematográfica, un niño a los 10 años ya podría tener su primera canción lanzada.
¿Dónde quedo la pasión, la magia y el misterio? En el último tiempo hemos visto caer a miles de estudios de grabación a lo largo del mundo, ya que realmente, son pocos los que toman una guitarra, un piano, una batería y se sientan a encontrar lo que realmente quieren transmitir. Claramente, esto no es una referencia a toda la música, pero sí, mucha de ella. El propio Liam Gallagher (Oasis), que refuta respecto a que recibir las baterías o los riff por medio un MP3 a su correo electrónico.
Es por esta razón que Rockfield es un icono en la música. El primer estudio residencial que alojó a bandas por años, no solo para componer en sus estudios sino que también para encontrar sus estilos, sus letras, su forma de componer y crear. Así es como bandas como Queen, Black Sabbath, Led Zeppelin, Charlatans, Oasis, entre tantas otras, lograron entregarnos canciones tan grandiosas que han sabido llegar con vida y poder desde los 70’s hasta ahora.
Rockfield: The Studio on the Farm, nos acerca y vuelve nostálgicos a una época dorada, que entre alto y bajos, ha sabido repercutir entre las personas a lo largo del mundo. Jóvenes que llegaron con sus maletas y el sueño de cambiar el mundo, lo lograron… lograron hacerlo desde Rockfield hasta nuestros oídos.
Kingsley, uno de los hermanos creadores de Rockfield, un hombre lleno de historias que sigue trabajando aquí hasta la actualidad, resume con un mensaje llamando a no rendirse, lo mejor esta por venir.
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