Veneciafrenia de Alex de la Iglesia pasó por MDQ Film Fest

Veneciafrenia, la última película de Alex de la Iglesia, llegó al segundo día del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata tras haberse estrenado mundialmente en las pantallas del Festival de Sitges.

El director español continua en la línea de la aclamada serie 30 Monedas (HBO), esta vez bajo el sello The Fear Collection (Pokeepsie Films en asociación con Sony Pictures International Productions y Amazon Prime Video), persiguiendo el afán de producir dos películas por año del género de terror y suspenso.

El caso es que Veneciafrenia contiene lo mejor del director y (¿por qué no admitirlo?) las mismas erratas del pasado. Y esto último se debe a que tenemos la vara muy alta cuando se trata de Alex de la Iglesia, y no esperamos menos de sus películas.

El argumento cuenta la odisea de un grupo de turistas españoles que llegan en las vísperas del Carnaval de Venecia para pasar unas vacaciones de espectáculo. Pero, anunciados en la primera escena de que esto decididamente no sucederá, los jóvenes comienzan a vivir una pesadilla cuando son perseguidos por un hombre disfrazado de bufón (Cosimo Fusco). El contexto veneciano es el de una sociedad asqueada del turismo, que pretende eliminar la llegada de los cruceros, plantando manifestaciones en los puertos al grito de “go home”, “fuori subito”.

La idea del film nació del propio Alex, cuando se observó a él mismo como turista en Venecia y se espantó al darse cuenta de su cuota de participación en la destrucción de la ciudad. Comenzó a escribir la película junto a Jorge Guerricaechevarría, la cual terminó entrando en una nueva categoría de las producciones audiovisuales que narra el fenómeno de la “turismofobia”: “la gente que visita las ciudades ve la realidad a través de un móvil y convierte la realidad en una especie de representación teatral”, dijo el director a la prensa.  Esta última idea es exquisitamente representada en Veneciafrenia a través de las escenas en donde se plantean supuestas intervenciones teatrales, que no son más que asesinatos reales y que la gente aplaude incrédulamente.

Hay muchas cosas impecables en esta película: la dirección de sonido, por ejemplo, se destaca conjuntamente con la dirección de arte. El montaje preciso de la escena de la fiesta de la cual participan los protagonistas no tiene desperdicio; las locaciones, el doble registro entre la Venecia histórica, sombría y nativa, frente a la puesta escénica turística merece distinciones aparte. Sin embargo, ese in-crescendo que nos emociona durante toda la película no termina llegando a un cauce justo. Hacia el final, nos deja con las ganas de un giro épico que no encontramos. Aunque, por supuesto, esto último no hace que la película deje de ser una excelente obra del director, sumándose a las maravillas que fueron el El día de la bestia, Perdita Durango, La comunidad, Crimen ferpecto, El bar y Las brujas de Zugarramurdi (por nombrar algunas), nutriéndose con referencias de los clásicos del género como Dario Argento y Hitchcock. Una propuesta cinematográfica maravillosa, como sólo Alex de la Iglesia sabe ofrecernos y que pudimos evidenciar en el segundo día del Festival.

Por Carla Duimovich Nigro

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