“El Pacto de Adriana”: otro gran documental chileno para quedar sin palabras

Esta semana se cumplieron 46 años del golpe militar que catapultó a Chile en una violenta dictadura, con estragos que se perpetúan hasta hoy, tal como los que se relatan en el necesario documental "El Pacto de Adriana".

“No le guardo odio ni rencor. Sólo me gustaría que reconociera muchas cosas y que fuera un aporte. Es la única manera en que puede trascender”.

Lisette Orozco, directora.

Es muy difícil quedar indiferente ante el contenido de este documental. Las declaraciones que la directora dio a la prensa producto de su éxito internacional, dan cuenta de la relevante y transversal que resulta el tema, a pesar de haber pasado más de cuarenta años de los hechos que dan curso a la cruda historia.

A través del relato en primera persona de la directora, el espectador “viaja” junto a ella por la vida de su “tía Chany”, como se le conocía familiarmente a Adriana Rivas, conocida perteneciente a la DINA y cercana secretaria del “Mamo” Contreras, posicionándose en la incómoda situación de ser familiar de un victimario. Más aún, de una tía a la que siempre consideró un ejemplo de jovialidad y a la que le guardaba un inmenso cariño. Todo antes de enterarse sobre su oscuro pasado.

La sentida y reveladora narración utiliza diversos recursos fílmicos para adentrarnos en la mentalidad de esta mujer, y en la forma en que esta mujer llegó a tener un rol fundamental como agente represiva de la dictadura, secreto que busca mantener escondido en un siniestro pacto de silencio. Un trabajo de memoria tan profundo como desconcertante, que vuelve a poner en la mesa el dilema entre el olvido y la reivindicación de los derechos humanos. Para la directora y protagonista, la pugna es aún más personal, debatiéndose entre confiar en su querida tía que alega total inocencia, y las claras evidencias recabadas que demuestran su culpabilidad. Este es el gran gancho emocional del film.

Estos quiebres de paradigmas van complejizando la situación, e invitan a que el espectador empatice con un revelador relato auto-biográfico. El documental desborda detalles y repasa los sucesos más relevantes en el presente de la “tía Chany”. Su reciente fuga a Australia, desde donde se comunica inicialmente con su sobrina, permite ahondar los antecedentes a cabalidad, mientras debe sufrir las constantes presiones por haberse escapado. De pronto, la autora fue comprendiendo que ya no podía tratarse de una producción para “limpiar la imagen” de su tía, si no que la forma en que se van dando los acontecimientos, no hacen más que terminar aclarando lo que era evidente: los torturadores mantienen hasta hoy un pacto de silencio, con el fin de seguir escondiendo los crímenes que se cometieron.

Sabemos que Chile tiene una deuda pendiente en cuanto a la impunidad, sobretodo cuando se trata de las altas esferas del poder, por lo que el significado de ver expuestos los crímenes de lesa humanidad y ver caer a los responsables, resuena en la cabeza del espectador como si fuera el final de una ficción en donde, por fin, los villanos pagan por sus errores. En el caso de este documental, donde si bien Rivas no termina aún presa –como si sabe que está hoy- se da naturalmente un desenlace estremecedor: la directora decide cortar relaciones con su tía. En dicho momento, la entremezcla de los diversos códigos fílmicos, en especial del montaje y la narración, logran provocar una atmósfera ávida de profunda conmoción y sensaciones reflexivas, de las que cuesta lograr salir transcurrido ya tiempo de haber visto el documental. En resumidas palabras, la historia logra mantener expectante al espectador a través de la bien armada narración, y recursos que se aprovechan en forma abundante y satisfactoria, como las conversaciones por videollamada con Rivas, o ciertas entrevistas que resultaron muy reveladoras para la directora, aportando complejidad y dinamismo al relato. Las herramientas de montaje permiten que elementos como videos antiguos, fotografías nunca antes vistas o archivos secretos, hagan al espectador repasar cada detalle o antecedente del historial de esta mujer y sacar sus propias conclusiones, sin pretensiones o afanes de adoctrinar. Un drama familiar y que pareciera cotidiano, pero que ahonda en las partes más profundas de nuestra sociedad, y especialmente en un pasado que Chile ha querido olvidar sin sanar.

Por Lucas Villalobos

A continuación, puedes ver el trailer oficial del elogiado documental:

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