A 25 años de la versión original, llega este jueves 18 de julio el remake de EL REY LEÓN, una de las películas más memorables de Disney y es tan realista que pareciera ser que Simba saltará de la pantalla en cualquier momento.
Por Macarena Carrere
‘El Rey León’ debe ser el clásico de Disney más querido por la generación millennial. El trauma de la muerte de Mufasa y el himno internacional ‘Hakuna Matata’ es algo que no se borra fácilmente de nuestra memoria generacional. Y aquí estamos, como personas adultas con inmensas ganas de revivir uno de los traumas cinematográficos más importantes de nuestra infancia y cantar a todo pulmón que “sin preocuparse, es como hay que vivir” (o en su defecto “It means no worries for the rest of your days”).
La historia de Hamlet con dibujos de animales salvajes que llegó a nuestra vida en 1994, ha revivido en forma de live-action y es tan perfecta que por un momento pensé que estaba viendo un documental de National Geografic. El nivel de animación es tan inmensamente impactante, que al salir del cine había gente googleando si los leones, suricatas y jabalíes cantaban realmente. La verdad es que visualmente, es una verdadera joya.
La historia, ya la sabemos. Los personajes, ya los queremos. Las canciones, ya las hemos cantado una y mil veces. La cinta que habla sobre el poder, la traición, la familia, la vida y la muerte; sobre tomar responsabilidad de nuestros actos, sobre madurar, hacernos cargo de nuestros errores, enfrentar nuestro pasado y lo más importante: sobre quienes somos y en quién decidimos convertirnos, es tan icónica que re-hacer una película como esta es como escribir el final de Game Of Thrones: sabemos que la expectativa es tan alta, que no hay forma de llenarla. Sin embargo, el live-action del ‘Rey León’ es una grata sorpresa.
La adaptación recientemente estrenada es lo suficientemente fiel a la original para llenarnos de lágrimas melancólicas y lo suficientemente realista para que absolutamente todos los movimientos de los animales sean posibles. Sí, sabemos que las suricatas no cantan y que los leones no son insectívoros (lo descrito en el segundo párrafo era una broma, en caso de que no lo hayan notado). Y el hecho de haber adaptado una animación caricaturesca a una versión de acción real, sí imposibilita el desarrollo de algunas escenas más surrealistas por temas evidentes. Sin embargo se agregan y modifican algunos detalles en la justa medida para lograr el equilibrio entre mantener la esencia original y adaptarse al contexto actual. Ejemplo de esto es el mayor protagonismo que adquieren las leonas: suficiente para que en esta versión al menos recordemos sus nombres, pero no demasiado como para que quede forzado. A esto agregamos la perfección de la banda sonora y el hecho de que, al ser una versión realista, se aprovecha de dar mayor énfasis a todo el ambiente lúgubre y tétrico que rodea Scar. Tenemos como resultado entonces, un película absolutamente deliciosa. El live-action del ‘Rey León’ apela directamente a la melancolía y a la apreciación estética. Consejo: llevar pañuelitos y agua para hidratarse.
