Libro “El Final del Sendero”, de Carolina Brown

Por Juan Pablo Sáez

La naciente pero férrea amistad entre dos mujeres de treinta y tantos años, Simo y Jota, es puesta a prueba por una situación límite que desconocemos. Ése es el nudo de la historia que nos presenta la escritora nacional Carolina Brown en su primera novela, El Final del Sendero. Simo (diminutivo de su verdadero nombre, Simona) es una laboratorista que vive sola en un departamento de Providencia, en Santiago, y que tiene por hobby correr. Un día se topa con una mujer, Jota, que está sentada en una cuneta a las afueras de un supermercado, llorando sus penas. La soledad autoimpuesta de Simo, por una parte, y la necesidad de contención que expresa Jota, por la otra, acerca a ambas mujeres quienes desarrollan en un corto periodo una gran amistad.

El personaje de Jota es el ente catalizador de esta historia pues despierta en Simo una serie de recuerdos que van dibujando el carácter y la compleja personalidad de esta última. La narradora es, en efecto, un personaje marcado a fuego por la ausencia de tres personas que estructuraron su infancia y su adolescencia: el padre, objeto de admiración y gran protector, la madre, una mujer disfuncional, y Lucy, una amiga del colegio, mezcla de heroína de su adolescencia y amor platónico. La aparición de Jota, y por extensión la entrada en la historia de un perro que es adoptado por ambas, infunde en Simo la esperanza de una reconstrucción de la vida familiar y el fin de la soledad autoimpuesta. Jota se transforma así, a ojos de Simo, en el único camino de redención; la vía que le permitirá dejar atrás las ausencias que marcaron su amargo pasado y reconstruir su vida desde cero. Sin embargo, esta esperanza se ve empañada por un incidente que pone en entredicho los lazos aparentemente fuertes entre ambas amigas. Dicho incidente funciona en la novela como un verdadero punto de inflexión o de no retorno.

Uno de los grandes logros de la primera novela de Brown es que expone, sin aspavientos ni recursos maniqueos, la fragilidad que caracteriza a las relaciones interpersonales en el mundo de hoy, en especial aquellas que se desarrollan en el plano familiar. En un pasaje de la novela, las dos mujeres conversan acerca de sus padres. Simo le pregunta a Jota de qué habla con su mamá. Ella responde: “De nada. Casi nunca contesta el teléfono”. Simo le pregunta por qué, a lo que Jota contesta: “Según ella, está ocupada. Cuando quiero hablarle, al final termino llamando a mi abuela”.

El lenguaje minimalista de los personajes —otra de las características de la novela donde, salvo excepciones, los parlamentos de cada una de las mujeres no sobrepasan la línea— denota la imposibilidad de comunicar emociones y de paso la extrema frialdad de los personajes para referirse públicamente a relaciones familiares ya quebradas. Por ejemplo, en otra escena, Jota le cuenta a Simo que ha decidido separarse de su marido. “Ahora pienso que es como si se hubiera muerto”, dice y luego agrega: “¿Se te ha muerto alguien?”. Simo le responde que sí, que hace mucho tiempo falleció alguien muy importante en su vida: se trata de su padre. Jota responde como disculpándose: “No sabía”. Simo la tranquiliza diciéndole escuetamente: “No importa, apenas me acuerdo de él”.

Sin embargo, sabemos que Simo miente pues, en el relato que ella nos cuenta, sí recuerda a su padre con fervor, no sólo por ser una figura protectora durante su infancia sino por el sentimiento de culpa que ella carga respecto de su muerte. La autora configura así una protagonista compleja, de un doble estándar que se expresa en la alternancia de sus discursos: uno público, caracterizado por la indiferencia respecto de sus familiares, y otro privado, en el que manifiesta su nostalgia por el pater familias, cuya desaparición pulverizó lo que alguna vez fue su hogar. Los diálogos minimalistas de Simo chocan así permanentemente con su lenguaje detallista de narradora, que es el relato al que nosotros accedemos.

El Final del Sendero es una novela que ratifica el despunte de la carrera literaria de Carolina Brown, que comenzó en 2015 con la publicación de su libro de cuentos En el agua. En estos relatos, Brown ya escarbaba, con una prosa directa y simple, en la fragilidad de las relaciones humanas y en la desarticulación de la familia como núcleo de la sociedad.

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