Call Me By Your Name: Experimentar la belleza como amor de verano

Es difícil hablar de Call Me By Your Name sin entrar en hipérboles. La narrativa es sutil y bien llevada. Las actuaciones son brillantes y conmovedoras. La fotografía tira a lo preciosista y la banda sonora es un complemento perfecto para reunir todas las partes que hacen esta película merecedora de cuatro nominaciones y el aplauso unánime de la crítica. Y ahí empiezan sus primeros problemas, Call Me By Your Name es más que la suma de sus partes. Es una película necesaria, honesta sin ser obvia, inteligente sin ser arrogante, romántica sin ser cursi. La crítica en general ha rondado sus apreciaciones sobre la película alrededor del hecho de que los protagonistas son dos hombres que se enamoran. Lo cual es notable, sí. Sobre todo en el clima político actual, con las nuevas generaciones ávidas de analizar sus obras favoritas desde una perspectiva de género. Pero, por otra parte, a diferencia de otras películas como Moonlight o Carol, Call Me By Your Name no construye un romance homosexual a través del conflicto sino a través de la normalidad. Y eso es aún más notable.

Guadagnino crea un mundo propio. Su versión del norte italiano en los 80’s, tan creíble que nos inunda con sensaciones, y de su belleza a la que se nos permite entrar por dos horas. Somos parte de él, sentimos su sol, saboreamos su comida y experimentamos la cercanía del contacto físico; contacto que es sutil pero presente en todas las formas a lo largo de película. Sin embargo, la importancia que le da a esta credibilidad sensorial no opaca las actuaciones o el guion. Nos presenta a Elio (Timothée Chamalet) y a Oliver (Armie Hammer), dos extranjeros en su mundo. Elio, siempre apartado de todo, se dedica a escuchar música y leer con apenas interesarse por las actividades sociales de sus amigos; observando todo desde afuera. Elio siempre está solo, incluso cuando sus amigos o familia andan cerca.

Guadagnino hace un excelente trabajo comunicando la lejanía de su protagonista a través de sus planos.  Oliver, por otro lado, es un joven americano que viaja a la villa de la familia de Elio para trabajar como ayudante de su padre (Michael Stuhlbarg), un respetado profesor de arqueología. Incluso aunque este sociabiliza con su gran carisma, sabemos que Oliver sólo estará en el pueblo seis semanas, y que al terminar volverá a su hogar,  volviéndose ajeno al pequeño pueblo. Elio carga todo el peso dramático de la historia, que experimentamos gracias a su propia experiencia. La actuación de Chamalet es sublime, la química que tiene con Hammer es palpable y la tensión entre ambos es tan real que podrías cortarla con un cuchillo.

Al final, lo más práctico para catalogar; es ponerla en el podio de mejores películas de su año. Con sus planos refinados que casi parecen pintados, su atmosfera embriagadora, que nos invita a perdernos en la Lombardía que creo su autor para nosotros. Honesta, brillante, preciosa y tremendamente humana Call Me By Your Name es una experiencia en sí misma. Una experiencia obligada para los amantes del arte, del romance o del buen cine. Una experiencia que nos podría transportar a un tibio amor de verano.

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