El legado de Ingmar Bergman: expresó su pasión por el teatro, en el cine

El reconocido cineasta y guionista Ingmar Bergman, fue y es un gran referente tanto para la cinematografía como para el teatro y hoy queremos recordarlo.

Ingmar Bergman fue un guionista y director de cine y teatro, sueco, destacado por incluir la influencia formal del expresionismo y de la tradición sueca, casi pictórico, y la utilización de las propiedades que entrega la imagen en blanco y negro.

El trabajo de Bergman destaca en el ámbito artístico, por su metodología y disciplina, que otorgan gran estabilidad a sus obras. Sus filmes giran en torno a variables muy diversas y temáticas, que rondan en particular, la muerte y el amor, proponiendo siempre, ciertas preocupaciones existencialistas y religiosas, donde se refleja la personalidad del autor. En general, no solo el cine de Bergman sino también su literatura, ahondan en la nebulosa del sufrimiento y de las implicancias metafísicas, guiadas por sus inicios en el teatro.

Entre los referentes literarios que destacan de la narrativa de Bergman, de encuentran Pär Lagerkvist, Henrik Ibsen, Søren Kierkegaard y August Strindberg. Este último, en palabras del cineasta, ha sido su compañero de viaje, pues su obra le ha otorgado valor para reflejar el relativismo del tiempo y el espacio. Strindberg le propone una visión íntegra y genuina que indaga en las formas, y cómo éstas proceden de la imaginación y no de la difusa trama de los hechos físicos.

Bergman ha escrito, dirigido y producido filmes que van desde la comedia más liviana, hasta el drama filosófico y a veces psicológico profundo, de donde emanan obras como El séptimo sello (1956), que narra una lúgubre historia sobre la relación del hombre con Dios y la muerte.

Entre las críticas que destacan sobre el cineasta, se encuentran las palabras de su colega Woody Allen, quien destaca la labor de Bergman, refiriéndose a él como: “el gran poeta fílmico de la inmortalidad”.

La posición de Bergman como director se consolidó en el transcurso de la década de 1960. La obra más representativa de esta etapa es quizá Persona (1966), donde destacan los primerísimos planos, la simetría en pantalla y la utilización del sonido y la música. En esta película, el autor indaga el alma humana, la comunicación de los sentidos y la recepción nula o no, del amor.                                                       

Sin embargo, no era el cine el que hacía desvelar a Bergman, a pesar de los diversos galardones que por sus obras cinematográficas recibió, entre ellos 3 Óscar por Mejor película de habla no inglesa, con ‘El manantial de la doncella’, ‘Como en un espejo’ y ‘Fanny y Alexander’. En sus propias palabras, el guionista se refirió a su amor por la composición teatral: Amo enormemente mi trabajo de cineasta, pero si me forzaran a elegir me quedaría con el teatro (…) El teatro es un proceso creativo consciente y alentador (…) Mi modo de vivir es el teatro. Es mi silencio, mi familia. En el teatro no me expreso a mí mismo, y esto es una gran libertad. (…) Es un hechizo vivo, sin maleficios.

Sin lugar a dudas, Ingmar Bergman reivindicó el lenguaje en el cine, llevando el teatro y su representación escénica, a comunicar un mensaje a través de la pantalla, utilizando audazmente, la pictórica, las sombras y las luces para comunicar un mensaje.

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