La historia del cine a través del Remake

Según los datos de la taquilla de 2017 de las 25 películas más taquilleras solo 2 tienen un guion original. A Hollywood le gusta hacer remakes, reboots, adaptaciones y secuelas. Básicamente porque es dinero gratis. Y no vamos a ser moralistas, si nos ofrecieran dinero gratis ¿Cuántos de nosotros lo íbamos a rechazar? Apostar por obras que ya demostraron ser buenas formulas de ventas es más rentable que apostarle a nuevas ideas, nuevos autores o nuevas películas.  Aunque, de hecho, se siga apostando por nuevas ideas, autores y películas; cosa que los más paranoicos parecen olvidar. Este fenómeno ha sido catalogado como crisis de la imaginación. El cine ha muerto, la creatividad ha muerto. Sin detenerse en ningún momento a analizar de manera retrospectiva dicho fenómeno, porque entonces se darían cuenta de que es una práctica que no solo Hollywood, sino que la industria global del cine lleva practicando, más o menos, desde que se creó.

En 1923 DeMille adapta el libro bíblico del Éxodo en su película muda “Los diez mandamientos”, películas que volvería a hacer con la tecnología tecnicolor y con sonido en el 56’ y que pasaría a la historia como un clásico. Está el ejemplo de Ben Hur de 2016, que es un remake de Ben Hur del 59’ y que a su vez es un remake de la película muda Ben Hur de 1925 que es, además, una adaptación de la novela homónima de Lew Wallace. A partir de aquí se puede ver un patrón.

Hace meses se anunció el remake live-action de El Rey León, un clásico animado de Disney, que es una adaptación libre del clásico universal de Hamlet. Siguiendo la línea de Shakespeare y yendo a la otra punta del globo, Akira Kurasawa adaptó las historias de inglés, utilizando la cinematografía propia del western en un ambiente medieval japonés con la mítica Siete Samuráis, que luego sería adaptada para el cine western con Los siete Magníficos en 60’ y 2016. Que además resultaría en una adaptación libre de Disney, con Bichos en el 98’.

Las historias inmortales se repiten porque las nuevas generaciones de artistas quieren plasmar sus visiones en ellas. Tal es el caso de King Kong que en todas sus películas a lo largo de casi 100 años ha explorado diversos temas, desde la revisión de “La bella y la bestia” hasta temas de la literatura clásica como El hombre contra la naturaleza, la naturaleza contra la naturaleza, la naturaleza contra la modernidad, el hombre contra la modernidad y hasta temas de medioambientalistas. O Scarface, que en su versión de 1932 estaba influenciada por la vida de Al Capone y la crisis de la mafia italiana y que en su versión de 1983 estuvo inspirada en los problemas sociales fruto del éxodo de Mariel, la llegada de 125 mil cubanos a Estados Unidos.

Estos últimos años se han visto decenas de remakes, reboots, adaptaciones y los que faltan por venir, Pero eso demuestra que si existe un problema está en el espectador y no en la industria. Porque la industria siempre ha producido estas obras y la industria sigue haciendo cientos de películas originales. Los clásicos siempre están para nuestro disfrute, y las viejas obras siempre están para nuestra revisión. Oscar Wilde lo llamaba “los genios roban”, Newton lo llamaba “pararse sobre hombros de gigantes”. Quizá no deberíamos ser tan pesimistas con estas re-imaginaciones de los clásicos, porque al final, para bien o para mal, la historia del séptimo arte es la historia de remakes.

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