The Chaser
Roger Shackleforth es un joven que está perdidamente enamorado. El hombre literalmente ha perdido toda razón, cada pizca de sanidad, es literalmente una obsesión compulsiva.
Sin embargo, en uno de sus momentos de completa desesperación en un teléfono público, un viejo que lleva toda la prisa del mundo por hacer una llamada termina sacándole abruptamente, pero no sin antes recomendarle el servicio de un supuesto profesor de nombre A. Daemon, quien le ofrece ayudarle con toda su vida, dándole riquezas y demás, pero nuestro protagonista solo quiere el amor de su amor imposible. Eventualmente el extraño hombre acepta a regañadientes y le ofrece una poción, no sin antes advertirles de las consecuencias.
¿Qué ocurrirá después?
Cuidado con lo que pides…
Uno de los primeros episodios de la primera temporada en no ser escritos por ninguno de los tres principales guionistas de la serie (léase Serling, Beaumont y Matheson) – es una historia tan vieja como la historia misma. El clásico ejemplo del peligro de irse de las manos con nuestras propias ambiciones e irnos en exceso a pedir cosas que se pueden convertir en realidad, y azorarnos la vida.
También al final vemos como nuestro joven termina recibiendo una dosis de su propia medicina, cuando se encuentra agobiado por el inmenso amor que su querida siente por él al punto de que no le deja en paz, un claro guiño a lo mismo que el chico le hizo pasar a ella por Dios sabe cuánto tiempo.
